Bienvenidos a Hijos Obedientes

“Como hijos obedientes, no vivan conforme a los deseos que tenían antes de conocer a Dios. Al contrario, vivan de una manera completamente santa, porque Dios, que los llamó, es santo; pues la Escritura dice: "Sean ustedes santos, porque yo soy santo".

1 Pedro 1:14-16.-


jueves, 29 de diciembre de 2011

El Gozo de Dios en Su Hijo: La Plenitud de la Deidad Habita un Cuerpo.-

Con el fin de evitar un error en nuestra comprensión del amor de Dios que pueda resultar perjudicial, tenemos que seguir avanzando y demostrar que en el Hijo de Dios habita la plenitud de la deidad.

Cualquier persona podría estar de acuerdo con la afirmación de que Dios se deleita en su Hijo y no obstante cometer, luego, el error de creer que el Hijo es sólo un hombre extraordinariamente santo a quien el Padre adoptó porque se complacía mucho en él. La iglesia desde épocas tempranas ha sabido distinguir la verdadera fe bíblica de las otras formas de enseñanzas derivadas del “adopcionismo”, como sucedió en el siglo II.

Colosenses 2.9 nos provee otro ángulo desde donde mirar la cosa: «Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo». El Hijo de Dios no es meramente un hombre fiel y santo. Él tiene la plenitud de la deidad. Dios no buscó un hombre santo que pudiera convertirse en un ser divino, si se lo dotaba de deidad. Más bien, «el Verbo se hizo hombre» mediante el acto de la encarnación (Juan 1.14). Dios busco una mujer fiel y humilde, y a través del nacimiento virginal, unió la plenitud de su deidad con un niño que él mismo engendró. «-¿Cómo podrá suceder esto -le preguntó María al ángel-, puesto que soy virgen? -El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios» (Lucas 1.34-5).

miércoles, 28 de diciembre de 2011

El Gozo de Dios en Su Hijo: Fervor Inimaginable.-

Es imposible exagerar la grandeza del afecto paternal que Dios tiene hacia su Hijo unigénito. Podemos observar este afecto ilimitado detrás de la lógica de Romanos 8.32 que expresa: «El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?». El punto clave de este precioso versículo es que si Dios estuvo dispuesto a hacer la cosa más difícil de todas por nosotros (entregar a su Hijo amado al sufrimiento y a la muerte), con seguridad aquello que también parece arduo (derramar sobre los cristianos todas las bendiciones que pudieran existir en el cielo) no es en realidad tan difícil para Dios.
Lo que da sentido a este versículo es la inmensidad del afecto que Dios siente hacia el Hijo. La presunción de Pablo es que el «no escatimar a su propio Hijo» fue lo más inimaginablemente difícil que Dios tuvo que hacer." Jesús es, como Pablo lo describe con sencillez en Colosenses 1.13, «su amado Hijo».

El Gozo de Dios en Su Hijo: Intimidad Infinita.-

Ninguna otra relación se parece a ésta. Es absolutamente única. Los sentimientos que el Padre tiene hacia el Hijo son únicos de una manera absoluta. El es el «Hijo unigénito del Padre» (Juan 1.14,18; 3.16,18; 1 Juan 4.9).


El Hijo existe por generación eterna y los otros «hijos» existen por adopción. «Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo ... para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como híios.» (Gálatas 4.4-5).

El único modo de obtener el derecho a ser hechos «hijos de Dios» era recibiendo a Jesús como el Hijo. A menudo Jesús se refirió a Dios como «mi Padre» y «el Padre», pero nunca se refirió a él como «nuestro Padre» a excepción del momento en el que enseña a sus discípulos a orar (Mateo 6.9). Una vez usó la extraordinaria expresión «mi Padre y vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios» (Juan 20.17). La relación que tenían el Padre y el Hijo era totalmente única.

Su comunión e intimidad son incomparables. «Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo» (Mateo 11.27). «A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es DiOS y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer» (Juan 1.18). Jesús hablaba acerca de su Padre con tal ternura y mostrando una intimidad tan sin precedentes que sus enemigos lo perseguían para matarlo porque «incluso llamaba a Dios su propio Padre, con lo que él mismo se hacía igual a Dios» (Juan 5.18).

lunes, 26 de diciembre de 2011

Salmo 8: Majestad de Dios y dignidad del hombre.-

Podemos titular este Salmo el Salmo del astrónomo.

Oh Jehovah, Señor nuestro,
¡cuán grande es tu nombre en toda la tierra!
Has puesto tu gloria sobre los cielos.

¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos. Incapaz de expresar la gloria de Dios, el Salmista profiere una exclamación: ¡Oh Jehová, Señor nuestro! La estructura sólida del universo se apoya sobre su brazo eterno.

El está presente universalmente, y por todas partes su nombre es excelente.

Desciende, si quieres, a las mayores profundidades del océano, donde duerme el agua imperturbable, y la misma arena, inmóvil en quietud perenne, proclama que el Señor está allí, revelando su excelencia en el palacio silencioso del mar. Pide prestadas las alas de la mañana y recorre los confines más distantes del mar, y Dios está allí. Sube a los más altos cielos, o lánzate al infierno más profundo, y Dios es en uno y Otro, cantado en un cántico eterno o justificado en una venganza terrible. Por todas partes y en todo lugar, Dios reside y es manifestado en su obra.
Apenas podemos hallar palabras más apropiadas que las de Nehemías: «Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran» (Nehemías 9:6).
Volviendo al texto, nos lleva a observar que este Salmo es dirigido a Dios, porque nadie sino el Señor mismo puede plenamente conocer su propia gloria. C. H. S.

El Poder de Dios.-

“Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: Que de Dios es la fortaleza” (Sal. 62:11).

El poder de Dios es la facultad y la virtud por la cual puede hacer que se cumpla todo aquello que agrada, todo lo que le dicta su sabiduría infinita, todo lo que la pureza infinita de su voluntad determina.
A menos que creamos que es, no sólo omnisciente, sino también omnipotente, no podemos tener un concepto correcto de Dios. El que no puede hacer todo lo que quiere y no puede llevar a cabo todo lo que se propone, no puede ser Dios.
El tiene, no solo la voluntad para resolver aquello que le parece bueno, sino también el poder para llevarlo a cabo.
Así como la santidad es la hermosura de todos los atributos de Dios, su poder es el que da vida y acción a todas las perfecciones de la naturaleza Divina.
¡Qué vanos serían los consejos eternos si el poder no interviniera para cumplirlos! Sin el poder, su misericordia no sería sino una debilidad humana, sus promesas un sonido vacío, sus amenazas alarmas infundadas.

Salmo 7: Oración del Justo Calumniado.-

El título es «Shigaion de David». Por lo que podemos colegir de las observaciones de los entendidos y de una comparación de este Salmo con el otro único Shigaion de la Palabra de Dios (Habacuc 3), este título parece indicar «Cánticos variables», con los que se asocia la idea de solaz y de placer.
Parece probable que Cus el benjaminita había acusado a David ante Saúl de una conspiración traicionera contra la autoridad real. Esto puede entenderse como el «Cántico del santo calumniado». Aun esta penosa aflicción es ocasión para un Salmo.


Oh SEÑOR, Dios mío, en ti me refugio;
sálvame de todos los que me persiguen,
y líbrame,

Jehová, Dios mío, en Ti he confiado. El caso se inicia aquí con una confesión de confianza en Dios. Sea cual sea la premura de nuestra condición, nunca debemos olvidar el retener nuestra confianza en Dios. «Oh Señor. Dios mío» -mío por un pacto especial, sellado por la sangre de Jesús, y ratificado en mi propia alma por un sentimiento de unión a Ti- en Ti, y en Ti solamente, he puesto mi confianza ahora en mi penosa aflicción. Yo tiemblo, pero la roca no se mueve. Nunca está bien desconfiar de Dios, y nunca es en vano el confiar en El. C. H. S.

La Santidad de Dios.-

“¿Quién no te temerá, oh Señor, y engrandecerá tu nombre? Porque tú sólo eres santo” (Apoc. 15:4).

Sólo El es infinita, independientemente e inmutablemente santo. Con frecuencia Dios es llamado “El Santo” en la Escritura; y lo es porque en él se halla la suma de todas las excelencias morales.
Es pureza absoluta, sin la más leve sombra de pecado. “Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas” (1 Juan. 1:5).
La santidad es la misma excelencia de la naturaleza divina: el gran Dios es “magnífico en santidad” (Exodo 15:11). Por eso leemos: “muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio” (Habacuc 1:13).

De la misma manera que el poder de Dios es lo opuesto a debilidad natural de la criatura, y su sabiduría contrasta completamente con el menor defecto de entendimiento, su santidad es la antítesis de todo defecto o imperfección moral.

En la antigüedad, Dios instituyó algunos “que cantasen a Jehová y alabasen en la hermosura de su santidad”. (2 Crónicas. 20:21).

El poder es la mano y el brazo de Dios, la omnisciencia sus ojos, la misericordia su entraña, la eternidad su duración, pero “la santidad es su hermosura”.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Salmo 6: Oración pidiendo misericordia en la prueba.-

Este salmo es llamado comúnmente el primero de los «Salmos penitenciales», y ciertamente su lenguaje corresponde a los labios de un penitente, porque expresa a la vez la pena (vers. 3, 6, 7), la humillación (vers. 2, 4) y el aborrecimiento del pecado (vers. 8), que son las marcas infalibles del espíritu contrito que se vuelve a Dios.

SEÑOR, no me reprendas en Tu ira,
Ni me castigues en Tu furor.

Jehová, no me reprendas en tu enojo. El Salmista se da cuenta de que merece ser reprendido, y no pide que la reprensión sea suprimida totalmente, porque podría perder una bendición escondida, sino: «Señor, no me reprendas en tu enojo.» Si Tú me recuerdas mi pecado, está bien; pero, ¡oh!, no me lo recuerdes cuando estés enojado contra mi, para que el corazón de tu siervo no desmaye. Así dice Jeremías: «Oh Señor, corrígeme, pero con moderación; no en tu ira, para que no me destruyas.» C. H. S.


Ten piedad de mí, SEÑOR,
porque estoy sin fuerza;
Sáname, SEÑOR, porque mis huesos
se estremecen.

domingo, 11 de diciembre de 2011

La Santa Trinidad

Dios de nuestros padres, entronizado en la luz, que vigorosa y musical es nuestra lengua. Sin embargo, cuando tratamos de hablar de tus maravillas, qué pobres parecen nuestras palabras, y qué poco melodioso nuestro discurso. Cuando consideramos el temible misterio de tu Divinidad Una y Trina, nos tenemos que poner la mano sobre la boca. Ante esa zarza ardiente, no te pedimos comprender, sino sólo que te podamos adorar como corresponde a ti, Dios único en tres Personas. Amén.

Meditar en las tres Personas de la Divinidad es caminar con el pensamiento a través del jardín oriental del Edén y pisar suelo santo. Nuestro esfuerzo más sincero por captar el incomprensible misterio de la Trinidad está condenado a permanecer inútil para siempre, y sólo por la reverencia más profunda se puede salvar de convertirse en una verdadera presunción.
Algunas personas que rechazan todo cuanto son incapaces de explicar han negado que Dios sea una Trinidad. Sujetando al Altísimo a su frío escrutinio, hecho al ras de tierra, llegan a la conclusión de que es imposible que Él pueda ser a la vez Uno y Tres. Se olvidan que toda la vida de ellos mismos se encuentra envuelta en el misterio. No tienen en cuenta de que cualquier explicación real, hasta del fenómeno más sencillo de la naturaleza, permanece escondida en la oscuridad, y es tan imposible de explicar como el misterio de la Divinidad.
Todo hombre vive por la fe, tanto el incrédulo como el santo; el uno por la fe en las leyes naturales, y el otro por la fe en Dios. Todo hombre acepta constantemente sin comprender, a lo largo de su vida entera. Es posible callar al sabio más ilustre con una sencilla pregunta: "¿Qué?".
La respuesta a esa pregunta yace para siempre en el abismo de lo desconocido, más allá de la capacidad de descubrimiento de todo hombre.
"Dios entiende el camino de ella, y conoce su lugar", pero el hombre mortal, nunca jamás.

viernes, 18 de noviembre de 2011

El tema central de la muerte de Jesús: ¿Causa o Propósito?

Introducción.
¿Por qué sufrió tanto Jesucristo? A veces al meditar en nuestro amado Señor, lo hacemos con una perspectiva humana. Es necesario elevar nuestros pensamientos por el Espíritu Santo en otra dirección. Ya no pensamos “por qué sufrió tanto Jesucristo”, si no en encontrar la respuesta final a la pregunta de “¿Quién crucificó a Jesús?” La sola idea es asombrosa: Dios crucificó a su propio Hijo. El sufrimiento no sólo era insuperable, era inevitable.

Dios lo encaminó para bien.
El profeta hebreo Isaías dijo:

Pero el Señor quiso quebrantarlo
y hacerlo sufrir…
Isaías 53:10.-

viernes, 28 de octubre de 2011

Salmo 5: Oración pidiendo protección de los malos.-

Para la persona devota hay aquí una vista preciosa del Señor Jesús, del cual se dice que en los días de su carne ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas.

1 Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi meditación. 2 Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. 3 Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración delante de ti, y esperaré.

Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi meditación. Las palabras no son la esencia, sino sólo el ropaje de la oración (C. H. S.).
La meditación es el mejor comienzo de la oración, y la oración es la mejor conclusión de la meditación (George Swinnock).
Es cierto que la mayor parte de los hombres desgranan oraciones vanas, lánguidas e ineficaces, indignas de ser escuchadas por el bendito Dios, de modo que parecen hasta cierto punto dar la evaluación de ellas, ya que ni esperan éxito en sus peticiones, ni tampoco tienen después solicitud alguna sobre las mismas, sino que lanzan palabras al viento, que son realmente vanas (Robert Leighton).

miércoles, 26 de octubre de 2011

Salmo 4: Oración vespertina de confianza en Dios.-

Si el tercer Salmo puede ser titulado el Salmo matutino, éste, por su contenido, merece a su vez el título de «Himno vespertino».

Introducción.-
En el primer versículo David pide ayuda a Dios.
En el segundo increpa a sus enemigos, y sigue dirigiéndose a ellos hasta el fin del versículo 5.
Luego, desde el versículo 6 en adelante, se deleita contrastando su propia satisfacción y seguridad con la inquietud de los impíos aun en el mejor de los estados en que puedan hallarse. (C. H. S.).

1 Cuando clamo, respóndeme,
oh Dios de mi justicia.
En la angustia me has aliviado;
ten piedad de mí, escucha mi oración. 

Respóndeme cuando clamo. No hemos de imaginarnos que el que nos ha ayudado en seis tribulaciones va, a abandonarnos en la séptima. Dios no hace nada a medias, y El nunca deja de ayudarnos hasta que cesa la necesidad. El maná caerá cada mañana hasta que crucemos el Jordán (C. H. S.).

martes, 18 de octubre de 2011

¿Cómo Murieron los Primeros Apóstoles?

Mi propósito al compartir sobre los mártires del cristianismo es que Dios de una nueva dirección a nuestros corazones, como lo hizo con sus discípulos en los tiempos de la Iglesia Primitiva.

Juan Fox, en su “Libro de los mártires”, dice:

Cristo nuestro Salvador, en el Evangelio de San Mateo, oyendo la confesión de Simón Pedro, el cual, antes que todos los demás, reconoció abiertamente que Él era el Hijo de Dios, y percibiendo la mano providencial de Su Padre en ello, lo llamó (aludiendo a su nombre) una roca, roca sobre la cual El edificaría Su Iglesia con tal fuerza que las puertas del infierno no prevalecerían contra ella.

Con estas palabras se deben observar tres cosas:
1.- Que Cristo tendría una iglesia en este mundo.
2.- Que la misma Iglesia sufriría una intensa oposición, no sólo por parte del mundo, sino también con todas las fuerzas y poder del infierno entero.
3.- Que esta misma Iglesia, a pesar de todo el poder y maldad del diablo, se mantendría.

Esta profecía de Cristo la vemos verificada de manera maravillosa, por cuanto todo el curso de la Iglesia hasta el día de hoy no parece más que un cumplimiento de esta profecía.

La Responsabilidad de la Liberación*

* Escrito para Hijos Obedientes por 
Juan Pablo González

Para libertad fue que Cristo nos hizo libres.
Por tanto, permanezcan firmes, 
y no se sometan otra vez al yugo de esclavitud.
Gálatas 5:1 (NBLH)

Cristo es el Gran Libertador y como tal Él sabe cómo liberar a las personas de sus yugos (deudas, depresión, problemas familiares, laborales, Enfermedad, etc.).
Dios tiene el deseo de liberar a su pueblo pero para que la liberación opere en nuestras vidas y de fruto nosotros debemos:

1.- Procurar nuestra liberación.-
La liberación es el resultado de la disposición de las personas a ser liberadas por Dios, su fe de que Dios las va a liberar y el accionar de Dios en respuesta a esa disposición y fe.

Disposición de la persona a ser liberada + fe + Accionar de Dios en respuesta = Liberación

"¿Fuiste llamado siendo esclavo? 
No te preocupes. 
Aunque si puedes obtener tu libertad, 
prefiérelo".
1 Corintios 7:21 (NBLH)

lunes, 3 de octubre de 2011

La Soberanía de Dios

“Mi consejo permanecerá,
y haré todo lo que quisiere”
Isaías 46:10.-

La Soberanía de Dios puede definirse
como el ejercicio de su supremacía.

Dios es el Altísimo, el Señor del cielo y de la tierra está exaltado infinitamente por encima de la más eminente de las criaturas. Él es absolutamente independiente; no está sujeto a nadie, ni es influido por nadie.

Dios actúa siempre y únicamente como le agrada.

Nadie puede frustrar ni detener sus propósitos. Su propia Palabra lo declara explícitamente:

“En el ejército del cielo,
y en los habitantes de la tierra,
hace según su voluntad:
ni hay quien estorbe su mano”
Daniel 4:35.-

La soberanía divina significa que Dios lo es de hecho, así como de nombre, y que está en el Trono del universo dirigiendo y actuando en todas las cosas “según el consejo de su voluntad” (Efesios 1:11).

miércoles, 27 de julio de 2011

Los Nombres de Dios: "ADONAI", "THEOS", "KYRIOS", "DESPOTES", "PADRE".-

Introducción.-
Los muchos nombres de Dios en las Escrituras proveen revelación adicional de Su carácter. Estos no son meros títulos conferidos por los seres humanos sino, en su mayor parte, Sus propias descripciones de Sí mismo. Como tales, éstos revelan aspectos de Su carácter.
Aun cuando no se usa un nombre particular, la frase “el nombre del Señor” revela algo de Su carácter.

Consideraciones previas.-
Invocar el nombre del Señor era adorarlo a Él. Génesis 21:33.
Tomar Su nombre en vano era deshonrarlo a Él. Éxodo 20:7.
No seguir los requisitos de la Ley constituye una profanación de Su nombre. Levítico 22:2, 32.
Los sacerdotes realizaban su servicio en el nombre del Señor. Deuteronomio 21:5.
Su nombre garantizaba la preservación de la nación. 1 Samuel 12:22.


“ADONAI”

Como Elohim, Adonai es un plural mayestático. El singular significa señor, amo, dueño (Génesis 19:2; 40:1; 1 Samuel 1:15). Se usa, como se pudiera esperar, de la relación entre hombres (como amo y esclavo, Exodo 21:1–6).
Cuando se usa de la relación de Dios con los hombres comunica la idea de Su autoridad absoluta. Josué reconoció la autoridad del Capitán del ejército de Jehová (Josué 5:14), y también Isaías se sometió a la autoridad del Señor, su Amo (Isaías 6:8–11). El equivalente del Nuevo Testamento es kyrios, “señor”.
  

Los Nombres de Dios: "YAHVEH".-

Introducción.-
Los muchos nombres de Dios en las Escrituras proveen revelación adicional de Su carácter. Estos no son meros títulos conferidos por los seres humanos sino, en su mayor parte, Sus propias descripciones de Sí mismo. Como tales, éstos revelan aspectos de Su carácter.
Aun cuando no se usa un nombre particular, la frase “el nombre del Señor” revela algo de Su carácter.

Consideraciones previas.-
Invocar el nombre del Señor era adorarlo a Él. Génesis 21:33.
Tomar Su nombre en vano era deshonrarlo a Él. Éxodo 20:7.
No seguir los requisitos de la Ley constituye una profanación de Su nombre. Levítico 22:2, 32.
Los sacerdotes realizaban su servicio en el nombre del Señor. Deuteronomio 21:5.
Su nombre garantizaba la preservación de la nación. 1 Samuel 12:22.


"YAHVEH"

El segundo nombre básico para Dios es el personal, YHVH, el Señor, o Yahveh. Es el nombre que se usa con más frecuencia, hallándose cerca de 5.321 veces en el Antiguo Testamento.

A. El origen de la palabra.-
El nombre aparentemente proviene de la raíz hawa que significa existencia (como del tronco de un árbol donde cae, Eclesiastés 11:3) o desarrollo (como en Nehemías 6:6). Quizás las dos ideas se pueden combinar en el significado del nombre de Dios, diciendo que lo denota a Él como el activo y que tiene existencia propia.

Los Nombres de Dios: "ELOHIM".-

Introducción.-
Los muchos nombres de Dios en las Escrituras proveen revelación adicional de Su carácter. Estos no son meros títulos conferidos por los seres humanos sino, en su mayor parte, Sus propias descripciones de Sí mismo. Como tales, éstos revelan aspectos de Su carácter.
Aun cuando no se usa un nombre particular, la frase “el nombre del Señor” revela algo de Su carácter.

Consideraciones previas.-
Invocar el nombre del Señor era adorarlo a Él. Génesis 21:33.
Tomar Su nombre en vano era deshonrarlo a Él. Éxodo 20:7.
No seguir los requisitos de la Ley constituye una profanación de Su nombre. Levítico 22:2, 32. 
Los sacerdotes realizaban su servicio en el nombre del Señor. Deuteronomio 21:5.
Su nombre garantizaba la preservación de la nación. 1 Samuel 12:22.


“ELOHIM”

A. El uso.-
El término Elohim, en el sentido general de deidad, se halla cerca de 2.570 veces en el Antiguo Testamento.
Cerca de 2.310 veces es el nombre que se da al Dios verdadero.
Se encuentra por primera vez en el primer versículo de la Biblia.
Se usa con referencia a deidades falsas en Génesis 35:2, 4; Éxodo 12:12; 18:11; 23:24.


martes, 31 de mayo de 2011

¡Hemos visto al Señor!


Por pablo Bernabé González.-

Ahora bien, la fe es la certeza
de lo que se espera,
la convicción de lo que no se ve.
Hebreos 11:1.-

Fe es creer. Creer es estar seguro de lo que se espera, es esa convicción mas allá de lo que se ve en determinado momento. Muchas personas tienen fe, pero no son bendecidas. ¿Por qué? Porque han depositado su fe en cosas vanas, en ilusiones.
Conozco personas que no tienen fe. Estas personas no creen en aquello que no puede explicarse desde la lógica y en aquello que escapa a sus sentidos.
Ciertamente, el hombre que no tiene fe no será bendito. No hay bendición para los incrédulos, pues su incredulidad los limita al “ver para creer”. El problema es serio, porque nadie ha visto jamás a Dios.

Nadie ha visto jamás a Dios;
el unigénito Dios, que está en el seno del Padre,
El le ha dado a conocer.
Juan 1:18.-

Si nadie ha visto a Dios, podríamos entonces concebir que hay personas que intentan acercarse a Dios y le buscan, que quieren saber si de verdad Dios existe, pero la verdad de su existencia, su eternidad y sus obras en la creación de todo lo que existe chocan con la fuerza de mil huracanes contra su lógica, al escapar Dios de sus sentidos. ¿Qué pasa entonces con las personas sin fe? ¿Pueden conocer a Dios? ¿Podrá el hombre sin fe conocer a Dios y hallar la bendición?

lunes, 30 de mayo de 2011

Morando a la sombra del Omnipotente...

Por pablo Bernabé González.-

El que habita al abrigo del Altísimo
morará a la sombra del Omnipotente.
Salmo 91:1.-

Ciertamente es imposible hallar un lugar de refugio, una fortaleza más segura e impenetrable que Dios mismo.
 
Habitar en la presencia de Dios es maravilloso. El hombre que se expone a la Presencia de Dios, y permanece rodeado de Su Gloria y Su Gran Poder tiene la mayor protección ante los ataques del enemigo. La clave de la protección de todo el Salmo 91 es ésta: habitar al abrigo del Altísimo, morar a la sombra del Omnipotente.
¿Cómo puede ser esto? ¿Morar a la sombra de Dios? ¿Es acaso posible? Estimado lector, el Apóstol Juan nos enseña que Dios es luz y que en Él no hay oscuridad. ¿Cómo puede la luz tener sombra? ¿Cómo hallar entonces ese refugio seguro?

Y este es el mensaje que hemos oído de El
y que os anunciamos: Dios es luz,
y en El no hay tiniebla alguna.
1 Juan 1:5.-

No tenemos manera de averiguar el nombre del autor o la fecha en que fue compuesto con exactitud el Salmo 91. Sin embargo, los expertos judíos consideran que cuando no se menciona el nombre del autor de un salmo, se puede atribuir la paternidad del mismo al último autor mencionado. Si fuera así, éste sería otro Salmo de Moisés, el hombre de Dios.

viernes, 27 de mayo de 2011

Las obras de Dios...

Por pablo Bernabé González.-

He entendido que todo lo que Dios hace, esto será perpetuo: sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. Aquello que fue, ya es: y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.
Eclesiastés 3:14-15.-

¿Puede el hombre de estos tiempos modernos decir que más allá de toda la ciencia, la tecnología, la filosofía y las artes ha entendido lo que el predicador de los tiempos antiguos? Todo lo que Dios hace será perpetuo. Vemos que aun la ciencia avanza sobre los presupuestos de prueba y error, lo que hoy es una ley científica, no se sabe si mañana lo será. La tecnología avanza a pasos agigantados, y pronto se torna obsoleta ante los avances voraces de los que somos testigos. Esto es así porque el hombre siempre vera que es posible y querrá mejorar todo lo que hace. Siempre estará agregando o quitando algo, siembre estará buscando esa perfección que matice su avidez con el deseo de reconocimiento.

Sin embargo, todo esto es vanidad. No hay provecho en todo lo que el hombre haga si no comprende el misterio del predicador, que todo lo que Dios hace, sólo esto será perpetuo. Dios no obra como el hombre, Dios no necesita perfeccionar lo que hace ni tampoco puede, porque Dios todo lo ha hecho perfecto a su tiempo. Esto no es que Dios obra y el paso del tiempo tiene el rol fundamental de perfeccionar por si solo la obra de Dios, sino que Dios no obra fuera de tiempo, por eso Todo lo ha hecho perfecto, y a su tiempo.

Dios obra de tal manera para darse a conocer a los hombres, pues si no comprendiera yo que un Ser Supremo puede obrar y que todo lo que hace es perfecto, y que lo hace en el tiempo justo, ¿merecería ese Ser Supremo llamarse Dios? Ciertamente que no. Entonces, es a través de sus obras que Dios se da a conocer a los hombres. Sin embargo, para que los hombres teman delante de este Ser Supremo, que llamamos Dios, es necesario comprender el misterio de sus obras, completas y perpetuas.

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