Bienvenidos a Hijos Obedientes

“Como hijos obedientes, no vivan conforme a los deseos que tenían antes de conocer a Dios. Al contrario, vivan de una manera completamente santa, porque Dios, que los llamó, es santo; pues la Escritura dice: "Sean ustedes santos, porque yo soy santo".

1 Pedro 1:14-16.-


sábado, 11 de febrero de 2012

Salmo 11: Cántico del Amigo Firme y Fiel.-

David, en los diferentes períodos de su vida, estuvo colocado en casi todas las situaciones en que un creyente, sea rico o pobre, puede ser colocado; en estas composiciones escritas celestialmente delinean todas las actividades de su corazón.

Para ayudarnos a recordar este Salmo tan breve, pero tan dulce, le daremos el nombre de «Cántico del Amigo Firme y Fiel». C. H. S.

Los amigos de David, o los que decían serlo, le advirtieron que huyera al país montañoso en que había nacido, y que permaneciera allí escondido durante un tiempo hasta que el rey se le mostrara más favorable. David en aquel entonces no aceptó el consejo, aunque más adelante parece haberlo seguido. Este Salmo se aplica al establecimiento de la iglesia contra las calumnias del mundo y los consejos de avenencias y componendas dados por el hombre, afirmando que la confianza ha de ser colocada en Dios, el Juez de todos. W. Wilson

Notemos de qué modo tan notable este Salmo se corresponde con la liberación de Lot cuando se hallaba en Sodoma. Este versículo, con la exhortación del ángel: «Escapa a las montañas, para que no seas consumido», y la respuesta de Lot: «No puedo escapar a las montañas, no sea que me alcance el mal, y muera» (Génesis 19:17-19). Y también: «Jehová tiene en el cielo su trono, y sobre los malos hará llover calamidades; fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos»; con: «Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego del cielo»; y también: «Los rectos contemplarán su rostro», con: «libró al justo Lot... porque este justo, que residía entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos» (2ª Pedro 2:7, 8). Casiodoro en el Comentario sobre los Salmos de John M. Neale, de escritores primitivos y medievales.

Los combatientes en el lago Trasimeno se dice que estaban tan absortos en el combate que ni unos ni otros se dieron cuenta de las convulsiones de la naturaleza que tenían lugar en el terreno que pisaban. Lo mismo ocurre, aunque con una causa más noble, a los soldados del Cordero. Creen, y por ello no se apresuran; es más, pueden apenas sentir las convulsiones de la tierra, como los demás hombres, debido a su anhelo de seguir adelante para llegar al advenimiento del Señor. Andrew A. Bonar


Sal 11:1  En Jehová he confiado;
¿Cómo decís a mi alma,
Que escape al monte cual ave?
Sal 11:2  Porque he aquí,  los malos tienden el arco,
Disponen sus saetas sobre la cuerda,
Para asaetear en oculto a los rectos de corazón.
Sal 11:3  Si fueren destruidos los fundamentos,
¿Qué ha de hacer el justo?

Estos versículos contienen un relato de una tentación a desconfiar de Dios, la cual había causado gran desasosiego en David en una ocasión que no se menciona. Es posible que en los días en que se hallaba en la corte de Saúl le aconsejaran que escapara en unos momentos en que su huida podía ser achacada a un incumplimiento de su deber respecto al rey o a una prueba de cobardía personal. Su caso era como el de Nehemías, cuando sus enemigos, bajo el pretexto de la amistad, esperaban entramparle en vez de que huyera para salvar su vida, mediante los consejos que le daban. C. H. S.

En Jehová he confiado; ¿cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave? Cuando Satanás no puede derrotamos por medio de la presunción ¡con qué astucia procura nuestra ruina por medio de la desconfianza! Echará mano de nuestros amigos más queridos para convencernos de que no tengamos confianza, y usará una lógica tan plausible que, a menos que afirmemos de modo definitivo nuestra confianza inmutable en Jehová, conseguirá que como un pájaro tímido huyamos a las montañas siempre que se presente peligro. C. H. S.

Podemos observar que David se complacía usando la metáfora con frecuencia, comparándose a un ave, y a varias clases de ellas; primero a un águila (Salmo 103:5): «Mi juventud es renovada como la de un águila»; a veces a un búho (Salmo 102:6): «Soy como un búho entre ruinas»; a veces a un pelícano, en el mismo versículo: «como un pelícano en el desierto»; otras a un gorrión (Salmo 102:7): «Como el gorrión solitario sobre el tejado»; algunas veces a una perdiz: «Como cuando uno caza una perdiz.»
Algunos dirán: «¿Cómo es posible que aves de pluma tan diferente puedan agruparse y representar el carácter de David?» Contestaremos que no hay dos hombres que puedan diferir más el uno del otro que el mismo siervo de Dios en distintos momentos puede diferir de sí mismo.
Sus palabras «¿cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave?» Implican cierta emoción, por lo menos desagrado ante el consejo. Se arguye que David no estaba ofendido por el consejo, sino por la manera en que le es propuesto. Sus enemigos lo hacen irónicamente, burlándose, como si el ir volando allí no tuviera propósito alguno y que no era probable que hallara allí la seguridad que buscaba. Así, cuando los principales sacerdotes se burlaban de Jesús (Mateo 27:43), decían: «Ha puesto su confianza en Dios; líbrele ahora si le quiere.» La confianza de Cristo en Dios nunca varió un punto por las mofas o increpaciones que le lanzaban.
Por otra parte, si las burlas de los hombres hacen que menospreciemos el buen
consejo, en esta época con burlas nos apartarían de nuestro Dios, y Cristo, y las Escrituras, y el cielo; el apóstol Judas, vers. 18, ya predijo que en los últimos tiempos habría burladores, que andarían conforme a sus propias concupiscencias. Thomas Fuller

Es una ofensa tan grande el hacerse un nuevo Dios como el negar el verdadero. «¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?», entre los miles de santos, entre Miguel o Gabriel, Moisés o Samuel. «Y no hay nada en la tierra que desee en comparación contigo.» John King

En las tentaciones de tribulación y terror no es conveniente discutir la cosa con Satanás. Richard Gilpin

La sombra no refresca, a menos que se esté en ella. ¿De qué sirve tener sombra, ni que sea de una alta peña, si nos sentamos bajo el sol; el tener a disposición el brazo del omnipotente, si nosotros nos apartamos de él y hacemos escapadas en las mismas fauces de la tentación? Las caídas de los santos han tenido lugar cuando han salido de su trinchera y su fortaleza; porque su fuerza es como la de los conejos, animales débiles en sí mismos, cuya fortaleza se halla en la roca del Todopoderoso, que es su habitación. William Gurnall

Porque he aquí, los malos tensan el arco; tensan la saeta sobre la cuerda. El arco es tensado, y la flecha es colocada en la cuerda: «Huye, huye, pájaro indefenso; tu seguridad está en la huida; huye, porque tus enemigos van a enviar sus dardos a tu corazón; ¡apresúrate, porque pronto van a destruirte!» David parece haber sentido la fuerza del consejo, porque venía de su propia alma; pero, con todo, no quiere ceder, sino que se atreve a arrostrar el peligro antes que exhibir desconfianza en el Señor su Dios. C. H. S.

Los principales sacerdotes y fariseos prepararon asechanzas para entrampar a Jesús por medio de su astucia y matarle; tensaron su arco cuando compraron a Judas Iscariote para que traicionara a su Maestro; colocaron sus flechas en la cuerda cuando buscaron «falsos testimonios contra Jesús para darle muerte» (Mateo 26:59). Michael Aygaun en Comentario de J. M. Neale

Si se socavan los fundamentos, ¿qué podrá hacer el justo? ¿Es posible que los fundamentos de la religión sean destruidos? ¿Puede Dios estar soñoliento, sí, letárgico, de modo que sea posible su ruina? Si El mira, y, con todo, no ve que estos fundamentos son destruidos, ¿dónde está su omnisciencia? Si lo ve y no puede evitarlo, ¿dónde se halla su omnipotencia? Si lo ve, puede evitarlo y no lo hace, ¿dónde se hallan su bondad y misericordia? Respondemos de modo negativo, que es imposible que los fundamentos de la religión puedan ser destruidos de modo total y final, sea en relación con la iglesia en general o con referencia a cada uno de sus miembros vivos y verdaderos. Por la razón de que tenemos una promesa explícita de Cristo: «Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mateo 16:18). Thomas Fuller

Si... Es la única palabra de consuelo en el texto, ya que muestra que todo lo que se dice no es positivo, sino una suposición. Bien, es bueno conocer lo peor de todo, para que podamos prevenirnos en consecuencia; y, por tanto, que, en hipótesis, contemplemos este caso lamentable no como dudoso, sino como un hecho; no como temido, sino como sentido; no como sospechado, sino como habiendo ocurrido en realidad. Thomas Fuller

Primero, un triste caso supuesto: Si los fundamentos son socavados. Segundo, una triste pregunta que propone: ¿Qué podrá hacer el justo? Tercero, una triste respuesta implicada, a saber, que no puede hacer nada con miras a restablecer el fundamento destruido. Thomas Fuller

Su respuesta a la pregunta «¿Qué puede hacer el justo?» sería la contra pregunta «¿Qué es lo que no pueden hacer?». Cuando la oración pone en movimiento a Dios de nuestro lado, y cuando la fe asegura el cumplimiento de la promesa, ¿qué motivo puede haber para la huida, por crueles y poderosos que sean nuestros enemigos? C. H. S.

¿Qué puede hacer el justo? El «puede» del justo es un «puede» limitado, confinado a la regla de la Palabra de Dios. El justo no puede hacer nada que no sea legal hacer (2ª Corintios 13:8).
Porque no podemos hacer nada contra la verdad, sino para la verdad. El malvado puede hacerlo todo; su conciencia, que es tan ancha que ni es conciencia, le permite hacerlo todo, por ilegitimo que sea: matar, envenenar, lo que sea, por todos los medios, en todo tiempo, en cualquier lugar, a todo aquel que se interpone entre él y la consecución de sus deseos. No así el justo; éstos tienen una regla por la cual han de obrar, que ni pueden, ni deben, ni se atreven a quebrantar. Por tanto, si un justo tuviera la seguridad de que el quebrantar uno de los mandamientos de Dios puede restaurar la religión decaída y volver las cosas a su estado previo, sus manos, su cabeza y su corazón estarían maniatados; no puede hacer nada, porque caería sobre él la condenación justa que dice: «Hagamos males para que vengan bienes» (Romanos 3:8); Thomas Fuller

Los tiempos de pecar en abundancia han sido siempre, para los santos, tiempos para mucha oración. Sí, esto es lo que pueden hacer: «ayunar y orar». Hay todavía un Dios en los cielos a quien acudir cuando la liberación de un pueblo se halla más allá de lo que pueden hacer las disposiciones y el poder humanos. William Gurnall


Sal 11:4  Jehová está en su santo templo;
Jehová tiene en el cielo su trono;
Sus ojos ven,  sus párpados examinan
a los hijos de los hombres.

Jehová está en su santo templo. Los cielos están encima de nuestras cabezas en todas las regiones de la tierra, y así el Señor se halla siempre cerca de nosotros en todo estado y condición. Esta es una razón muy poderosa para que no adoptemos las viles sugerencias de desconfianza. Hay Uno que alega su preciosa sangre en favor nuestro en el templo de arriba, y allí hay Uno en el trono que no está nunca sordo a la intercesión de su Hijo. ¿Por qué, pues, hemos de temer? ¿Qué planes e intrigas puede imaginar el hombre, que Jesús no pueda descubrir? Jehová tiene en el cielo su trono. Si confiamos en este Rey de reyes, ¿no basta? ¿No puede Él librarnos sin nuestra cobarde retirada? Sí, bendito sea nuestro Señor y Dios, que podemos saludarle como Jehová-nissi; en su nombre enarbolamos nuestras banderas, y, en vez de huir, gritamos una vez más el grito de guerra. C. H. S.

Sus ojos ven. Dios no escudriña como el hombre, inquiriendo en lo que estaba antes escondido de él; su escudriñar es simplemente mirar; El ve el corazón, El contempla los riñones; la misma vista de Dios es escudriñadora. Richard Alleine

En Apocalipsis 1:14, en que se describe a Cristo, se dice que sus ojos son como llama de fuego; ya sabemos que la propiedad del fuego es escudriñar y poner a prueba las cosas que a él son sometidas, y el separar la escoria del metal puro; así, también, los ojos de Dios son como fuego, para probar y examinar las acciones de los hombres. Es un Dios que puede ver a través de las hojas de higuera de nuestras palabras con que profesamos, y discernir la desnudez de nuestros deberes por medio de ellas. Ezequiel Hopkins

Acepta a Dios en tu consejo. El cielo se halla por encima del infierno. Dios en todo momento puede decirte qué planes se están incubando allí contra ti. William Gurnall

Sus párpados escudriñan a los hijos de los hombres, como un juez somete a prueba a un reo con sus ojos y lee los caracteres de maldad impresos en su rostro. En el gran pavor descrito en Apocalipsis 6:16, todos los que huyen piden poder esconderse de la mirada de Aquel que está sentado en el trono. La maldad no puede resistir la observación de ningún ojo, y mucho menos el ojo de la justicia. Es muy difícil no mostrar la culpa del corazón en el rostro, tan difícil como dejar de verla. Joseph Caryl


Sal 11:5  Jehová prueba al justo;
Pero al malo y al que ama la violencia,
su alma los aborrece.

Jehová prueba al justo y al impío. No los aborrece, sólo los prueba. C. H. S.

Con la excepción de nuestros pecados, no hay nada tan abundante en este mundo como las tribulaciones que resultan del pecado, que son como los mensajeros que, uno tras otro, iban llegando a Job. Como no nos hallamos en el paraíso, sino en el desierto, hemos de esperar una tribulación tras otra. Así como a David le llegó un oso después de un león, y un gigante después del oso, y un rey tras el gigante, y los filisteos después del rey, así también, cuando los creyentes han combatido la pobreza, tendrán que luchar contra la difamación; cuando han luchado contra la difamación, tendrán que hacerlo contra la enfermedad; serán como un obrero que nunca cesa en su trabajo. H. Smith


Sal 11:6  Sobre los malos hará llover calamidades;
Fuego,  azufre y viento abrasador
será la porción del cáliz de ellos.

Sobre los malos hará llover calamidades. No hay calamidades que nos caigan encima con tanta abundancia como las de nuestros propios pecados; siguen cayendo sobre nuestras cabezas, y nos encorvan, de modo que no podemos erguirnos; para el que no tiene la conciencia cauterizada, hay poco descanso a causa de ellas. Samuel Page

Viento abrasador. Algunos expositores creen que el término se refiere a una tempestad. Hay una alusión en hebreo aquí al viento sofocante, ardiente, que sopla a través del desierto de Arabia, conocido como el simún. «Una tempestad ardiente» la llama Lowth, en tanto que otro comentarista lee «viento de ira»; en una u otra versión sólo vemos terrores.

Será la porción del cáliz de ellos. Una gota del infierno es terrible, pero ¿qué será una copa llena de tormento? Pensemos en ello: una copa de miseria, sin una gota de misericordia. ¡Oh pueblo de Dios, qué necio es temer a los hombres que serán pronto haces ardientes en el fuego del infierno! Piensa en su fin, su fin terrible, y todo tu temor se cambiará en desprecio a sus amenazas y compasión a su miserable estado. C. H. S.


Sal 11:7  Porque Jehová es justo,  y ama la justicia;
El hombre recto mirará su rostro.

Porque Jehová es justo, y ama la justicia. No sólo es su ocupación el defenderla, sino que su naturaleza es amarla.

Los rectos contemplarán su rostro. (O según otras versiones: Su rostro contempla a los rectos).
Mamon, la carne, el diablo, todos ellos susurran a nuestro oído: «Huye como un pájaro a tu montaña»; pero nosotros hemos de avanzar y desafiarlos. «Resistid al diablo, y de vosotros huirá.» ¡Adelante! ¡Que la vanguardia avance! ¡Al frente todas las potencias y pasiones del alma! ¡Adelante! ¡Adelante!; en nombre de Dios, ¡adelante!, porque «Jehová de los ejércitos está con nosotros; el Dios de Jacob es nuestro refugio». C. H. S.

El nos contempla con ojo sonriente, y por tanto no puede mirar con favor al injusto; así que esta necesidad no está fundada solamente en la orden de Dios de que seamos renovados, sino en la misma naturaleza de la cosa, porque Dios, con relación a su santidad, no puede conversar con una criatura impura. Dios tendrá que cambiar su naturaleza o bien tendrá que cambiar la naturaleza del pecador.

Lobos y ovejas, tinieblas y luz, no pueden estar de acuerdo. Dios no puede amar a un pecador como pecador, porque El aborrece la impureza tanto por necesidad de su naturaleza, como por decisión de su voluntad. Es tan imposible que El ame la impureza como que cese de ser santo. Stephen Charnock

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