Bienvenidos a Hijos Obedientes

“Como hijos obedientes, no vivan conforme a los deseos que tenían antes de conocer a Dios. Al contrario, vivan de una manera completamente santa, porque Dios, que los llamó, es santo; pues la Escritura dice: "Sean ustedes santos, porque yo soy santo".

1 Pedro 1:14-16.-


lunes, 26 de marzo de 2012

El Aislamiento.-

El aislamiento es una de las grandes dificultades en el momento presente, de hecho ha sido en la vida una dificultad para combinar un camino estrecho con un corazón amplio.
Hay muchísimo en todos lados que tiende a producir aislamiento. Nosotros no podemos negarlo. Los eslabones de la amistad humana parecen ser tan frágiles; tantas cosas que producen titubeo en la confianza; tantas cosas que  posiblemente no pueden ser sancionadas, que el camino se ha hecho más y más aislado. Todo esto es indiscutiblemente verdad.
Debemos tener mucho cuidado acerca de cómo nos encontramos en tal condición de cosas. Nosotros tenemos una vaga idea de lo mucho que dependemos del espíritu que nosotros llevamos en medio de las escenas y circunstancias, todos deben admitir, que es un área singularmente penosa.
Por ejemplo, yo puedo ensimismarme y puedo volverme amargado, triste, áspero, intolerante, mustio, no teniendo corazón para el pueblo del Señor, para Su servicio, para los santos y felices ejercicios  de la asamblea. Yo podría volverme infructuoso en las buenas obras, no teniendo simpatía con el pobre, el enfermo, el afligido. Yo podría vivir en el estrecho círculo en el que yo estoy retraído y pensando solo en mí, y en mis intereses personales y familiares.
¿Qué puede ser más miserable que esto? Es el más deplorable egoísmo, pero nosotros no vemos esto, por nuestra excesiva  ocupación con los fracasos del pueblo.
Ahora es una cuestión muy fácil encontrar fallas y faltas en nuestros hermanos y amigos. Pero la pregunta es, ¿Cómo estamos nosotros frente a estas cosas?, ¿Estas faltas ya no están en nosotros? ¡De ninguna manera! Hacer esto es volvernos tan miserables en nosotros mismos, tan despreciables, y aún peor que aquel que  es despreciado, para otros.
Hay pocas cosas más lastimosas que cuando nosotros visitamos a “un hombre defraudado.” Él está siempre  encontrando la falta de otros. Él jamás ha descubierto el origen real del asunto o el verdadero secreto de cómo tratar  con esto. Él se ha aislado, pero en sí mismo. Él está aislado, pero su aislamiento es absolutamente falso. Este es un estado  miserable; y él hará a todos los que vienen bajo su influencia – todos los que son débiles y suficientemente necios para escucharlo – tan miserables como lo es él.
Él se ha estropeado completamente en su carrera práctica; él ha sucumbido a las dificultades de su tiempo y ha probado totalmente  la ineficacia de encontrar las realidades serias de su verdadera vida. Entonces, en lugar de ver y confesar esto, él se retira a su propio círculo estrecho, encontrando las faltas de todos, excepto las propias.
¡Qué verdaderamente delicioso y refrescante es volver de este cuadro triste, al único Hombre perfecto que pisó esta tierra! Su camino fue verdaderamente más aislado que ninguno. Él no tenía simpatía con la escena alrededor de Él.
“Pero el mundo no le conoció”. “A lo suyo vino (Israel), y los suyos no le recibieron”. “Y esperaba quien se compadeciera de mí, mas no lo hubo; y consoladores, mas no los hallé” (Salmos 69:20.V.M.).
Incluso sus propios discípulos amados lo abandonaron sin compadecerse con Él, o entenderlo. Ellos durmieron en el monte de la transfiguración en la presencia de Su gloria y ellos se durmieron en el Jardín del Getsemaní  en la presencia de Su agonía. Ellos lo despertaron de Su sueño con sus temores en incredulidad y continuamente lo estorbaban con sus preguntas ignorantes y opiniones necias.
¿Cómo Él soportó todo esto? En gracia perfecta, paciencia y ternura. Él contestó sus preguntas; Él corrigió sus opiniones; Él acalló sus miedos; Él resolvió sus dificultades; Él satisfizo sus necesidades; Él quitó sus dolencias; Él les dio confianza para la devoción en el momento de deserción; Él los miraba a través de Sus propios ojos amorosos y los amó, a pesar de todo.
“Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1).
Cristiano lector:
Busquemos para beber nuestra bendición del espíritu del Maestro y caminar en Sus pasos. Entonces nuestro aislamiento será benévolo, y aunque nuestro camino pueda ser estrecho, el corazón será grande.

C. H. Mackintosh

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