Bienvenidos a Hijos Obedientes

“Como hijos obedientes, no vivan conforme a los deseos que tenían antes de conocer a Dios. Al contrario, vivan de una manera completamente santa, porque Dios, que los llamó, es santo; pues la Escritura dice: "Sean ustedes santos, porque yo soy santo".

1 Pedro 1:14-16.-


lunes, 26 de diciembre de 2011

Salmo 8: Majestad de Dios y dignidad del hombre.-

Podemos titular este Salmo el Salmo del astrónomo.

Oh Jehovah, Señor nuestro,
¡cuán grande es tu nombre en toda la tierra!
Has puesto tu gloria sobre los cielos.

¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos. Incapaz de expresar la gloria de Dios, el Salmista profiere una exclamación: ¡Oh Jehová, Señor nuestro! La estructura sólida del universo se apoya sobre su brazo eterno.

El está presente universalmente, y por todas partes su nombre es excelente.

Desciende, si quieres, a las mayores profundidades del océano, donde duerme el agua imperturbable, y la misma arena, inmóvil en quietud perenne, proclama que el Señor está allí, revelando su excelencia en el palacio silencioso del mar. Pide prestadas las alas de la mañana y recorre los confines más distantes del mar, y Dios está allí. Sube a los más altos cielos, o lánzate al infierno más profundo, y Dios es en uno y Otro, cantado en un cántico eterno o justificado en una venganza terrible. Por todas partes y en todo lugar, Dios reside y es manifestado en su obra.
Apenas podemos hallar palabras más apropiadas que las de Nehemías: «Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran» (Nehemías 9:6).
Volviendo al texto, nos lleva a observar que este Salmo es dirigido a Dios, porque nadie sino el Señor mismo puede plenamente conocer su propia gloria. C. H. S.


De la boca de los pequeños y
de los que todavía maman
has establecido la alabanza
frente a tus adversarios,
para hacer callar al enemigo
y al vengativo.

Por boca de los niños y de los que maman, afirmas tu fortaleza frente a tus adversarios. ¡Con qué frecuencia los niños nos hablan de un Dios al cual nosotros hemos olvidado! ¿No proclamaron su «¡Hosanna!» los niños en el Templo, cuando los fariseos, orgullosos, guardaban silencio y mostraban desprecio? ¿Y no cita el Salvador estas mismas palabras como justificación de sus gritos infantiles?
Fox nos dice en su Libro de los mártires que cuando Mr. Lawrence fue quemado en Colchester, después de llevarle a la hoguera en una silla porque a causa de la crueldad de los papistas no podía sostenerse en pie, varios niños acudieron cerca de la hoguera y gritaron, diciendo según ellos pudieron: «Señor, fortalece a tu siervo, y guarda su promesa.» Dios contestó su oración, porque Mr. Lawrence murió con una calma y una firmeza que cualquiera podría desear para sí en sus últimos momentos.
Cuando uno de los capellanes papistas le dijo a Mr. Wishart, el gran mártir escocés, que tenía dentro de sí un diablo, un niño que estaba cerca exclamó: «Un diablo no  puede decir palabras como las que dice este hombre.»
Un ejemplo más lo tenemos en un período más cercano a nuestros tiempos. En una posdata a una de sus cartas, en la cual detalla su persecución cuando empezó a predicar en Moorfields, Whitefield dice: «No puedo por menos que añadir que varios niños y niñas que acostumbraban sentarse alrededor de mí en el púlpito mientras predicaba, y me entregaban las notas que les daba la gente por más que con frecuencia les acertaran con huevos podridos, fruta, fango, etc., que iban dirigidos a mí, nunca cedieron y dejaron de hacerlo; al contrario, cada vez que me tocaban con algo, me miraban con sus ojuelos llenos de lágrimas, y parecía que deseaban recibir los impactos dirigidos a mí. Dios hizo de ellos, en sus años de crecimiento, mártires grandes y vivos para El, que «¡de la boca de los niños y de los que maman perfecciona la alabanza!» C. H. S.

¿Quiénes son estos «niños y niñas que maman»? El hombre en general, que viene de un comienzo tan débil y pobre como son los niños y los que maman, con todo, acaba teniendo tal poder que puede enfrentarse y vencer al enemigo y al rebelde. Los apóstoles, cuya apariencia externa era deplorable, en cierto sentido comparable a los niños y a los que maman si los cotejamos con los grandes del mundo, aunque criaturas pobres y despreciadas, eran, con todo, instrumentos principales al servicio y gloria de Dios. Por tanto, es notable que cuando Cristo glorificó a su Padre por la dispensación sabia y gratuita de su gracia salvadora (Mateo 11:25), dijera: «Te doy gracias, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y los prudentes, y las has revelado a los niños.»
Se nos dice (Mateo 18:3): «A menos que os convirtáis y os volváis como niños», etc. Como si hubiera dicho: vosotros os esforzáis por lugares preeminentes y por la grandeza mundana en mi reino; yo os digo que mi reino es un reino de niños, y en él no hay sino los que son humildes y los que se ven poca cosa a sus propios ojos, y están contentos con ser pequeños y despreciados a los ojos de los demás, y no buscan los grandes lugares y cosas del mundo. Thos. Manton

La obra que se hace en amor pasa a ser la mitad de difícil y tediosa. Es como con una piedra grande, que si intentamos moverla en el aire o sobre el suelo no lo conseguimos. Pero si inundamos el campo donde se halla y la piedra queda enterrada en el agua, ahora, una vez sumergida, hallamos que aplicando nuestra fuerza la podemos mover de su lugar con nuestro brazo. Del mismo modo, bajo las influencias celestiales de la gracia, la marea del amor se levanta, envuelve nuestros deberes y dificultades, y un niño puede hacer la labor de un hombre, y un hombre la de un gigante. Thos. Guthrie

¿No nos asombramos todos tanto de la obra perfecta de las manos de Dios realizada en la hormiga, este pequeño insecto que se arrastra, como de la que ha hecho en el mayor de los elefantes? ¿De qué haya tantas partes y miembros ensamblados en un espacio tan pequeño? ¿De que una criatura tan pobre pueda proveer en el verano el alimento que necesitará en invierno? Daniel Rogers

Para hacer callar al enemigo y al rebelde. Esta misma confusión y rebeldía de Satanás, que fue la causa de la caída del hombre, fue dirigida contra Dios primero; por tanto, la primera promesa y predicación del evangelio a Adán que se le hizo al sentenciarle fue que la simiente de la mujer quebrantaría la cabeza de la serpiente, siendo el objetivo de Dios tanto el confundir a Satanás como salvar al hombre. Thos. Goodwin


Cuando contemplo tus cielos,
obra de tus dedos, la luna
y las estrellas que tú has formado,

Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, y la luna y las estrellas que Tú formaste. La mente carnal no ve a Dios en nada, ni aun en las cosas espirituales, su Palabra o sus ordenanzas. La mente espiritual lo ve en todo, incluso en las cosas naturales, mirando los ciclos y la tierra y todas las criaturas. Robert Leighton

Si pudiéramos trasladarnos más allá de la luna, si pudiéramos alcanzar las estrellas más elevadas con nuestra cabeza, podríamos descubrir al punto nuevos cielos, nuevas estrellas, nuevos soles, nuevos sistemas, y quizá adornados de modo más magnífico. Pero incluso entonces los vastos dominios de nuestro gran Creador no habrían terminado; para nuestro asombro, veríamos que sólo habíamos llegado a los inicios de las obras de Dios. ¡Qué admirables son los cuerpos celestes! ¡Estoy asombrado por su esplendor, y me deleito en su hermosura! Pero, a pesar de esto, por hermosos y ricamente adornados que sean, este cielo carece de inteligencia. No se da cuenta de su propia hermosura, en tanto que yo, que soy mera arcilla, moldeada por la mano divina, estoy dotado de sentido y razón. Christopher Christian Sturm en Reflexiones


digo: ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes;
y el hijo de hombre, para que lo visites?

Digo: ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre, para que cuides de él? Quizá no hay seres racionales por todo el universo entre los cuales el orgullo pudiera aparecer más impropio e incompatible que en el hombre, considerando la situación en que está colocado. Está expuesto a numerosas degradaciones y calamidades, a la furia de las borrascas y tempestades, a la devastación de los terremotos y los volcanes, al ímpetu de los torbellinos, a las ingentes olas del océano, a los estragos de la espada, el hambre, la pestilencia y a toda clase de enfermedades; y al final ¡ha de hundirse en la tumba y su cuerpo será pasto de los gusanos! El más altivo y pagado de sí mismo entre los hijos de los hombres está sometido a las mismas vicisitudes que los más humildes de la familia humana. Sin embargo aun en estas circunstancias, el hombre, este endeble gusano de polvo, cuyo conocimiento es tan limitado y cuyas necedades son tan numerosas y evidentes, tiene el desparpajo de pavonearse en la altanería del orgullo y gloriarse en su desvergüenza.
El Dr. Chalmers, en sus Discursos astronómicos, dice verdaderamente: «Os damos una imagen débil de nuestra relativa insignificancia cuando decimos que el esplendor de un bosque extenso no sufriría más por la caída de una sola hoja que la gloria de este extenso universo si este globo en el cual nos hallamos, "y todo lo que de él proviene, se disolviera"». C. H. S.

Es algo maravilloso que Dios piense en los hombres y los recuerde continuamente. Juan Calvino

¿Puede alcanzar una criatura tan despreciable como yo favor a los ojos de Dios? En Ezequiel 16:1-5, tenemos una relación de la maravillosa condescendencia de Dios con el hombre, el cual allí es comparado a un niño de origen despreciable, abandonado en el día de su nacimiento, en su sangre y su suciedad, ni aun envuelto con fajas, a quien no compadece nadie; criaturas lastimosas así somos delante de Dios; y, con todo, cuando El pasó y nos vio agitándonos en nuestra sangre dijo: «Vive». James Janeway

Pide al profeta Isaías: «¿Qué es el hombre?», y contesta: «El hombre es hierba. Toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo» (40:6). Pregunta a David: «¿Qué es el hombre?» Te contesta: «el hombre es una mentira» (Salmo 62:9); no sólo un mentiroso, un engañador, sino «una mentira» y un engaño. La naturaleza pecaminosa del hombre es enemiga de la naturaleza de Dios y quisiera arrancar a Dios (leí cielo; y, a pesar de ello, Dios, entretanto, está elevando al hombre al cielo; el pecado quisiera disminuir al gran Dios, y, a pesar de ello, Dios
engrandece al hombre pecador. Jos. Caryl

¡Oh la grandeza y la pequeñez, la excelencia y la corrupción, la majestad y la bajeza del hombre! Pascal


Lo has hecho un poco
menor que los ángeles y
le has coronado de gloria y de honra.

Le has hecho un poco inferior a los ángeles. En orden a dignidad, el hombre se halla por debajo de los ángeles, es un poco menos que ellos; en el Señor Jesús esto también fue realizado, porque El fue hecho un poco menor que los ángeles a causa del sufrimiento de la muerte. C. H. S.

Es una cosa misteriosa, a la que apenas nos atrevemos a aludir, que haya aparecido un Redentor de los hombres caídos, pero no de los ángeles caídos. No quisiéramos elaborar teorías sobre esta verdad tan terrible e inescrutable; pero ¿no es demasiado sugerir que la intervención en favor del hombre, y la no intervención en favor de los ángeles, no nos da base para la convicción de que los hombres ocupan un lugar que no es inferior al de los ángeles en el amor y la solicitud de su Hacedor? El Redentor se nos presenta como sometiéndose a ser humillado -«hecho un poco inferior a los ángeles»- por amor o con vistas a la gloria que había de ser la recompensa de sus sufrimientos. Esto es una representación importante, que debe ser considerada con la máxima atención; y de la cual podemos sacar, creo, un argumento claro y sólido en favor de la divinidad de Cristo.
No podríamos considerar que pudiera ser humildad en una criatura, fuera cual fuera la dignidad de su condición, el hecho de que asumiera el oficio de Mediador y obrara nuestra reconciliación. No olvidemos a qué degradación extrema un Mediador consiente en ser reducido. y a través de qué sufrimientos e ignominia debe someterse para poder conseguir nuestra redención; pero tampoco olvidamos la inconmensurable exaltación que fue el resultado o recompensa de este Mediador, y que si la Escritura es cierta, había de hacerle mucho más elevado que los más altos principados y potencias, y nosotros no podemos conocer dónde habría habido la asombrosa humildad, y la condescendencia sin paralelo, si alguna mera criatura hubiera consentido en aceptar este oficio con la perspectiva de tal recompensa. Henry Melvill

Le has hecho señorear
sobre las obras de tus manos;
todo lo has puesto debajo de sus pies:
ovejas y vacas, todo ello,
y también los animales del campo,
las aves de los cielos y los peces del mar:
todo cuanto pasa por los senderos del mar.
Oh Jehovah, Señor nuestro,
¡cuán grande es tu nombre en toda la tierra!

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