Bienvenidos a Hijos Obedientes

“Como hijos obedientes, no vivan conforme a los deseos que tenían antes de conocer a Dios. Al contrario, vivan de una manera completamente santa, porque Dios, que los llamó, es santo; pues la Escritura dice: "Sean ustedes santos, porque yo soy santo".

1 Pedro 1:14-16.-


lunes, 21 de marzo de 2011

Quitando la amargura.

Hebreos 12:15.
15 Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados.


Efesios 4:31-32.
31 Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia. 32 Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.


La amargura puede estar obrando en nuestra vida, o puede que estemos baje un ataque del diablo para que la amargura entre en nuestra vida.
Si tengo presente alguna situación que me produce amargura, estoy en peligro. Porque hay, aunque sea pequeño, un dolor o una amargura que no hemos vencido. Hay personas a las que no les hemos perdonado su error, sus fallas, y ese resentimiento es la espinita de la que al tocar algo sentimos el pinchazo.
Ese dolor trabaja con el resentimiento para que entre en nosotros la amargura. Y a causa de eso somos personas que nos enojamos, insultamos, gritamos por cualquier cosa… y nos volvemos negativos.
Cuando estos síntomas están, necesitamos acudir a la presencia del Señor. Porque es fácil detectar el resentimiento, el dolor, la amargura en otros… pero no es tan fácil detectar todo eso en nosotros porque no nos medimos con la misma vara que medimos a otros.
La palabra de Dios dice que miremos bien que no haya una raíz de amargura que impida en nosotros avanzar a una mayor bendición de Dios. El Apóstol pablo avanza mas, dice que nos despojemos de la gritería, y de muchas cosas más, pero lo primero que nombra es la amargura.

EL RESENTIMIENTO LE ABRE LA PUERTA A LA AMARGURA.
1.- Experiencias tristes que dejan resentimiento son puertas abiertas para la amargura.
El resentimiento se puede generar por perdidas que hayamos experimentado. Y el resentimiento puede ser canalizado hacia otros o hacia Dios mismo. Muchas pueden haber sido las perdidas: se puede haber experimentado la pérdida de un familiar querido, un trabajo, un bien…
El resentimiento nos hace tener bien presente esa experiencia negativa, y a causa de eso viene la amargura.

2.- Otras veces, la amargura puede venir por consecuencia de cosas que en nuestra vida no podemos cambiar.
Ante una situación triste que hayamos atravesado y que no podemos cambiar, lo sabio es buscar a Dios para solucionar eso. David sabía que Dios había dicho que el hijo que había tenido con Betsabe iba a morir, pero ayunaba. Cuando el niño efectivamente murió, entonces dejo de ayunar y se lavo y comió. Porque el sabia que ya había muerto como Dios había dicho y eso no lo podía cambiar. Opto por que Dios lo sane. Hizo guerra contra la amargura.


“El dolor, la amargura y la depresión no afectan solo nuestra relación con Dios. Afectan también nuestra relación con las personas que nos rodean”.


“Es muy difícil llevarse bien con alguien que está dolido, amargado o en depresión”.


Cuando se establece la amargura, viene también el desánimo. Esta es una guerra que debemos pelear. Porque hay un final dichoso para el hombre, un final de paz con Dios.


SI NO SOLTAMOS LAS OFENSAS, NO PODREMOS SER LIBRES,
PORQUE SON PUERTAS ABIERTAS PARA LA AMARGURA.


Hay enfermedades que son producto de la amargura, de la tristeza profunda.
La palabra de Dios dice “el espíritu triste seca los huesos”. Ulceras, cuadros de depresión, artritis… son males que vienen porque muchas veces no hemos soltado una ofensa.
Mire que habiendo personas que podrían vivir 20 años más, se van 20 años antes por no perdonar una sola ofensa.

¿Como otras personas se pueden dar cuenta de la amargura en nosotros cuando nosotros mismos no nos damos cuenta? Por los síntomas. ¿Que síntomas?
1.- La queja. Nos quejamos por todo. Uno se enoja rápidamente porque no está en paz. Es que hay cosas que se interponen porque uno emocionalmente esta herido, por eso se queja.
2.- La murmuración. Uno dice no tener resentimiento, pero habla por atrás de alguien que no sabe ni esta. El murmurador anda amargado y la otra persona anda despreocupada porque ignora todo… entonces, de quien es el problema.

Puede ser que uno ande amargado, enojado, resentido, murmurando en forma continua por algo que alguien le dijo… pero lo que le dijeron resulto ser cierto. Pueden pasar años, y la persona tener todos los detalles bien presentes a causa de la amargura. Y la amargura lleva al aislamiento. Por eso hay personas que no pueden ser ayudadas en su amargura, porque le cierra la puerta a todo y a todos (inclusive a Dios). En todo ese tiempo, ¿Quien trabaja en el taller de su corazón y de su mente? ¿Dios? No, el diablo. Porque si trabajara Dios en ese taller, lo sacaría de la depresión, no lo metería en esa prisión.
Uno ingresa en esa prisión cuando no suelta la ofensa, cuando no perdona. Por eso la palabra de Dios dice quítense la gritería, el enojo, la amargura… como quien se quita una prenda sucia que no puede seguir portando.


UNA PERSONA CON TRISTEZA Y AMARGURA, ES UNA PERSONA QUE MUY RARA VEZ PUEDE LLEGAR A DAR UN ABRAZO.


Esporádicamente podrá llegar a dar un abrazo. Raramente irá  a bendecir a alguien, prefiere esperar que vengan a él a bendecirlo.

La amargura estorba aun para la oración. Las mejores oraciones, las más poderosas, las más efectivas, son las que nacen de un corazón libre de la amargura.

Una persona puede estar llena de amargura y por eso aunque ame su hogar, su familia, sus hijos… los destruirá. Porque los golpea y los hiere. Aunque sean cosas que no quiere hacer, porque los ama, las destruye lentamente.
Una persona que siempre esta quejándose de los otros, que vive comparándose con otros (que siempre tienen más) no podrá ser feliz. Porque la felicidad comienza con lo que uno ya tiene.
Dios puede poner en frente a una persona millonaria para que financie todos los proyectos que tienes. Pero si te oye en amargura, lo perderás. Se irá. Entonces, no podeos darnos el lujo de cargar con ofensas, heridas y perder la bendición de Dios.
Dios puede traer el cónyuge de Dios a cada joven, pero la amargura comenzara a sacar lo peor de ellos y lo destruirán. Y lo que estaba destinado a ser una bendición ser un montón de ruinas. Pero tenemos un libertador en Dios…

¿Cómo vencemos la amargura?
Siendo sinceros con nosotros mismos. Debemos hablar con la persona, perdonar, renunciar al espíritu de tristeza, de amargura, de juicio… es fundamental renunciar al espíritu de juicio. Porque el que está en amargura juzga con dolor muy fácilmente, y su juicio es condenatorio. Entonces uno debe pedir que el Señor lo libere y su Santo Espíritu lo llene.

Por el Ap. Jorge H. González

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