Por Pablo Bernabé González.-
Y oyeron al SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto. Y el SEÑOR Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás? Y él respondió: Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé que no comieras? Y el hombre respondió: La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces el SEÑOR Dios dijo a la mujer: ¿Qué es esto que has hecho? Y la mujer respondió: La serpiente me engañó, y yo comí.
Génesis 3:8-13.-
Quisiera enfatizar un aspecto sobre la base de este pasaje de las Escrituras, el cual tiene que ver con la irreverencia en la que solemos caer los hombreas a veces al dirigirnos al Creador. Me refiero a que a menudo todas estas irreverencias para con Dios surgen cuando las cosas no nos salen como queremos, haciendo de Dios nada más que el objeto de nuestro despecho.
Y oyeron al SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto. Hay personas que no saben cómo dirigirse a Dios, pues por sus decisiones y actos han ido apartándose día a día del Dios bondadoso y amoroso, alejándose de ese huerto fresco donde Dios se paseaba con ellos cada día. Que desesperante ha de ser la condición de quienes habiendo probado las misericordias y el amor de Dios, habiendo disfrutado de un paseo con Él en huerto al fresco del día, su condición presente es estar entre los árboles y escondidos de Su Presencia!!!
Y el SEÑOR Dios llamó al hombre. Si estas entre los árboles, jugando a las escondidas con Dios, siéntete descubierto. Dios te llama. Dios te llama de nuevo al huerto, a ese lugar de comunión diaria con Él, a cambiar tus actos, tus decisiones, tus patrones de conducta, tu escala de valores… Dios te llama a desandar ese camino que te ha distanciado de Él. Oh, si fuéramos sensibles a su voz e inclináramos nuestro ser humildemente ante la bondad del Creador, si nos expusiéramos a su amor diariamente… que benditos fueran todos los hombres!!!
¿Has comido del árbol del cual te mandé que no comieras? Este Blog se llama Hijos Obedientes porque es lo que Dios necesita. Dios necesita que seamos obedientes para que su bendición caiga sobre nosotros (Deuteronomio 28 trata las bendiciones de la obediencia y las consecuencias de la desobediencia).
Es la desobediencia del hombre a Dios lo que lo separa de Su Presencia. Es la desobediencia al Creador lo que pone distancia entre los hombres y el único Dios vivo y verdadero. El camino que lleva del huerto de Dios a los árboles que ocultan de Su Presencia es un camino de desobediencia. Así a secas.
Y el SEÑOR Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás? Y él respondió: Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí. ¿No oyes que Dios te llama? Allí donde estás, entre esos árboles que ni siquiera tú plantaste, que ni si quiera son tuyos… ¿Has de permanecer aún más en tan precario refugio? Si pudieras percibir el corazón de Dios cuando pronuncia de tu nombre y pregunta “¿Dónde estás?”. Dios busca tener relación con el hombre cada día… Dios nos invita a una relación profunda con Él cada día, sal de tu escondite que no hay ni habrá lugar mejor que Su Presencia.
Y el hombre respondió: La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
El problema la desobediencia es que nos aparta de Dios, que pone distancia entre el hombre y las bendiciones de Dios. Difícilmente el hombre resista una condición semejante. Constantemente puedo ver personas resentidas con Dios por no abrirse al cambio y responder al llamado de Dios cuando pregunta “¿Dónde estás?”.
El hombre lejos de Dios se vuelve insolente, irreverente y cae precipitadamente en un abismo en el que no podrá salir sino hasta volverse a Dios. Adán respondió al llamado de Dios con irreverencia, pues dijo: “La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”.
He oído muchas veces a cantidad de personas acusar a Adán por excusarse ante Dios culpando a Eva. Primero, ¿Podrá algún hombre hallado en falta excusarse ante Dios? De ninguna manera. Segundo, Adán no está culpando a Eva de su presente desastroso, sino algo mucho peor. Adán arremete directamente contra Dios mismo, pues le dice: “La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”. Es como si Adán no dudara en decirle a Dios: “Tú hiciste a Eva. Tú me la diste por compañera. La hubieras hecho mejor, entonces. O me hubieras dejado solo, y no estaría yo en esta condición desastrosa”.
Estimado lector, estoy convencido que Dios te llama a pasear en su huerto en el fresco del día, a disfrutar de Su Presencia. No culpes a Dios si estas entre los árboles, lejos de Su Presencia. No llames a la bendición de Dios en tu vida la causa de tu malestar presente. No deseches las bendiciones de Dios. Dios no podría haber hecho mejor lo que hizo. Simplemente, Él creó todo y vio que todo era bueno (Génesis 1). No te excuses ante Dios, no culpes a otros semejantes ni a Dios. Simplemente, desanda los caminos que te han alejado, vuelve a Dios en humildad al punto de encuentro con Él… que hasta el lugar donde te encuentres, Dios aún susurra tu nombre y pregunta “¿Dónde estás?”.
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